miércoles, 24 de septiembre de 2014

5 recuerdos de verano

El finaaaal del veraaaanooo llegooooó...eso decían mis primos los de El Dúo Dinámico y eso dice el hombre del tiempo de La 1, así que habrá que hacerles caso y empezar otra estación. No queríamos dejar pasar la anterior sin unirnos a la iniciativa de la madre novata publicando los 5 RECUERDOS DE NUESTRO VERANO, porque como ella dice, estas batallitas son las que contaremos a Chewy y Pixel poniéndonos en modo abuelos cebolleta y las que el día de mañana nos harán sonreir de felicidad. Allá vamos:

Síndrome de personalidad múltiple brotado desde las entrañas de nuestra padawan. No contenta con eso, nosotros también tenemos que mutar en quién ella mande. En un solo día, incluso segundos, podemos pasar por varios, léase:
  • Mérida: de la película Brave para los que no la conozcan. Aquí Mr es Angus el cabello de Mérida y yo el oso, pero no la madre no, el feo y malo, Mor'du.
  • Harry Potter: no necesita presentación y si no le conoces háztelo mirar. El padre se convierte en Dumbledore y yo en Hermione (pronunciado por ella en inglés por culpa de este video de marionetas), aunque a veces también soy "Mondemor", no me libro de ser la mala.
  • Hans: el malo de Frozen aunque ella dice que hay uno bueno y otro malo, otro que la sigue el juego. Aquí yo salgo mejor parada porque soy Anna y el padre es Sven.
  • Nemo: no contenta con ser un humano, también muta a pez. El padre muta a Marlin y yo a tiburón Bruce.
  • Mike Wazowski: de Monstruos SA, lo pronuncia mejor que yo. Aquí sólo hay un compañero, o su padre o yo somos Sully.
  • Aurora: de La Bella Durmiente, última incorporación al repertorio de Chewy y para mi la mejor porque nos pide que le demos un beso de amor verdadero convirtiéndonos en el principe "Felicipe".
De todos los anteriores, el personaje del verano sin duda ha sido "Mondemor" porque le apasiona. Podemos estar tranquilamente cenando que de repente nos grita con cara de loca "que viene Mondemor". A lo que nosotros gritamos como locos y ella nos replica "tranquilos, tranquilos que Mondemor es mu güenooo". Pero sin duda la anécdota buena es cuando salí un día de la ducha con la toalla enrollada en la cabeza y me soltó: "mamá quítate eso que vea a Mondemor", vamos que me había convertido en el profesor Quirrell.


Hemos aprendido que las canciones favoritas de Chewy no son ni los cantajuegos ni pollitos ni historias de esas, a ella le molan los clásicos. Así que este verano hemos bailado al son de Hooked on a Feeling de Blue Swede y Banana Boat Song de Harry Belafonte.



Lo mejor de todo era verla a ella cantarlas con un boli en la mano y en bolingas. A estas tenemos que sumarle la que aprendió de la Endorfina "La conga de jalica" y que averiguamos tras oirla ir diciendo por la casa "de Jalica ahí viene, de Jalica ahí viene...", la conga de Jalisco.

Uno de los momentazos del verano siempre es el cumple de Chewy, este año dos añitos que hemos celebrado como es debido con dos cumpleaños, por todo lo alto, y ella los disfrutó muchísimo. Recibió muchos regalos (ya quisiera yo), tal fue la cantidad que desde entonces siempre que saca alguno en casa nos pregunta "¿Y este quién me la regalao?", y así lo extiende con todo, hasta una camiseta.

Y por último nos hemos dejado el mejor sin duda, la llegada de Pixel al mundo para completar esta familia de locos. El día del parto fue fenomenal a pesar de todos los nervios sufridos previamente, y por supuesto en el día, y el encuentro con su hermana espectacular por cómo lo recibió la padawan como lo más normal del mundo. Después nos ha sorprendido con carantoñas continuas y frasecicas de lo más divertidas hacia él:
  • "Qué pasa que no dices nada pitipititiiii"
  • "Eres guapísimo Pixel" con su nombre real claro.
  • "Tranquilo Pixel, tranquilo que ya estoy aqui yo, mira soy tu hermana mayooooor".
Hasta aquí nuestros 5, ahora sólo podemos decir... The winter is coming pero antes a disfrutar del otoño.

martes, 16 de septiembre de 2014

Oda a mis almorranas

Si el otro día contábamos un cuento que hacía las delicias del lector femenino y animaba a procrear como animales ante semejante delirio de amor verdadero, hoy venimos con otro cuento, esta vez en modo poema para no dormir, terror y algo escatológico. No digáis que no os aviso.

Queridos míos, tras 27 días de postparto, hoy puedo decir que las secuelas más molestas de traer al mundo un lechón de 4,150 kg están desapareciendo, sí, mis queridas almorranas. Y como yo no sufro en silencio, he decidido dedicarles una entrada en nuestro querido blog para alentarlas a que se vayan del todo y no vuelvan en muchos años. Sin acompañamiento musical que valga, he aquí mi oda a las hemorroides:

Oh mis queridas almorranas, 
fuisteis sigilosas en vuestra llegada,
con Chewy mandásteis a la reina
y con Pixel a sus dos primas hermanas.

La Pinta, la Niña y la Santamaría,
en casa con sorna os bauticé,
con todo el dolor de mi culo,
de todos los ungüentos os eché. 

Ni depresión post-parto,
ni entuertos  o puntos,
tanta guerran me han dado
como estos dichosos bultos.

Desde la camomila hasta las toallitas, 
desde la homeopatía hasta mi Ruscus querido,
mañana, tarde y noche os machacaba,
hasta quedarme ya sin sentido.

Dispuesta a arrancarme el ojete,
a la desmadrosa me encomendé,
y con uvas congeladas, agua y desayuno de avena,
con vosotras al fin parece que acabé.

No las tengo todas conmigo,
pues la Santamaría resistirse quiere,
seguiré con mis ungüentos,
hasta que Colón consigo se la lleve.

Y si con esto no es suficiente,
esta oda repetiré,
mañana, tarde y noche,
para recordar lo que con Pixel pasé.

He aquí mi padecer pasado a lírico porque se merecían ser recordadas en su empeño por joderme el postparto tan maravilloso que me han dado los padawanes. Por si alguien las sufre en silencio os daré mis recomendaciones:
  1. Beber muchísima agua y cuando digo mucha digo 3 litros que me casco. Meando todo el día.
  2. Dieta de fibra a tope para que aquello no sufra más de lo conveniente. Yo he optado por el famoso porridge mañanero (plastón de avena) pese a lo que me gusta a mi desayunar a lo spanish. Tengo que decir que al principio ni fu ni fa pero ahora me está hasta bueno. La avena la cocino con azucar moreno, leche de soja y piel de naranja/limón 10 minutos, la saco, le añado fruta y pasas y listo. Mano de santo oigan.
  3. Masajes de uvas congeladas, frio local que dicen los entendidos, cada vez que iba al baño, recomendación del post del Ojo de Sauron de la amiga de otra amiga de mi querida Desmadreando. Las envolvía en toallitas antihemorroides para hacerlo más efectivo.
  4. Ruscus Llorens a tope, es compatible con la lactancia así que 4 veces me he echado al día y más porque me sabía mal. Probé una crema homeopática pero nada como ésta.
  5. Andar, andar y andar. Bastante tiempo pasaba ya sentada al pecho con el cocimiento de recto en Agosto como para estar más tiempo.
Y esto es todo amigos, un gran tema el de hoy, disfrútenlo tanto como yo o menos y no se olviden que hasta Chuck Norris tiene almorranas, no se escondan:

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Erase una vez...

Esta es la historia de cómo un pequeño Pixel, un puntito que no era nada hace 10 meses, se convirtió en el príncipe del reino. Pero no adelantemos acontecimientos y empecemos por el principio.

Había una vez una princesa conocida como Chewy - si, los reyes eran algo malvados permitiendo tal nombre - que vivía con sus queridos padres a los que tenía todo el día babeando ante su inteligencia, gracia y belleza. Un día su querida madre despertó bastante nerviosa, cogió una pequeña caja de su bolso y se encerró en el baño real. Tras unos minutos, salió con cara descompuesta, una varita en la mano con dos rayas rojas y llorando a moco y baba mientras se abrazaba a ella y su padre balbuceando algo sobre un hermano/a. Chewy no entendía nada, no sabía quién o qué era ese hermano/a ni por qué su madre la miraba con cara de pena, pero algo sí atisbó ante semejante escena, notó que el mundo había cambiado, lo sentía en el agua, lo sentía en la tierra, lo olía en el aire, la magia había llegado a palacio y quizá sería obra de la varita del recién bautizado como Pixel.

Pasaron los meses y misteriosamente la reina empezó a engordar de forma desmesurada, no del tipo de gordura de comer dulces de palacio, que también se ponía fina, sino uno que se concentraba en su estómago, algo que Chewy no había visto jamás, descomunal. Un día decidió acompañar a sus padres a ver a una poderosa bruja de bata blanca. En el momento en que la princesa la vio se dio cuenta que esa bruja no parecía de las buenas y cuando empezó a tocar a su madre, ella empezó a berrear para que la dejara en paz. La mujer paró de inmediato y dejó a su madre, pero al terminar le predijo, con una sonrisa maligna en su cara, que tendría un niño enorme. Así fue como la malvada bruja empezó a atormentar a la pobre familia real.

La reina empezó a tener noches en vela y pesadillas en las que veía cómo sacar a un señor mayor de su vientre pero aún así siguió visitando a aquella bruja para que le predijera el futuro. Llegó el verano y con él una serie de acontecimientos algo desastrosos para la familia, pues en una de las visitas la malvada bruja decidió aplicar sus artes oscuras para traer al príncipe a la vida. La reina cortó tajante aquel hechizo a riesgo de tener un niño ya entrado en carnes y oponiéndose a las sentencias de la bruja que decían que traería a un niño demasiado crecido.

La vida transcurrió tranquila tras aquella visita, la princesa ya se había acostumbrado a ver a su madre con una gran barriga pero estaba feliz porque pasaban el verano juntas. Sin embargo, llegó un día en que los reyes se despidieron algo compungidos de ella. Con mirada perdida y algo nerviosos los vio salir de palacio mientras jugaba. Había llegado el gran día en el que ayudarían a la reina a traer al príncipe a casa, al menos eso es lo que le habían repetido sus padres en los últimos días. Al parecer, él mismo no había querido hacer los honores pese a tener a todo un reino detrás dándole ánimos, sobornos e incluso alguna amenaza y la reina estaba algo cabreada por eso.

Tras una mañana frenética, la princesa acudió a ver a la reina y conocer al pequeño Pixel. Resultó que lo que todo el mundo denominaba como hermano y la bruja tildaba de gigantón, no era más que un bebé precioso, grande, con manos y pies larguísimos y unos ojos que miraban a la princesa con la tranquilidad de conocerla de toda la vida.


Chewy no pudo más que rendirse ante él, era su bebé como ella decía y desde aquel día le colmó a besos y abrazos. Los reyes no podían ser más felices con la llegada del nuevo miembro de la familia, no solo por tenerlo al fin con ellos, sentirlo cerca, abrazarle, acariciarle, olerle…sino por ver cómo su familia se había completado con semejante felicidad.



Y así fue cómo un pequeño Pixel, un puntito que no era nada hace 10 meses, se convirtió en el príncipe del reino.

Agradecimientos infinitos a la magia del hada Violeta por poner imagen a este cuento mágico. Pasamos una mañana increíble contigo y las fotos no podían ser mejores. ¡Por muchas más!