jueves, 5 de febrero de 2015

A mi querido niño

Hoy ha sido día de incorporación al trabajo. Tras una baja extendida con horas de lactancia y todas las vacaciones del año pasado, he llegado a los 5 meses y medio de mi principito, una minucia como siempre. Aunque no solemos ponernos muy serios ni tristes por este blog, que no pretende otra cosa que ser un recuerdo bonito y divertido de lo que vivimos, hoy es día para hacerlo. Me gustaría que este post cayese en manos de los que han dirigido, dirigen o dirigirán este país para que se dieran cuenta de lo que supone.

¿Por qué?

Porque con 16 semanas un bebé sigue necesitando a su madre las 24h del día. No habrá consuelo para él en tus brazos cuando llore porque alguien ha decidido que ya es mayor para que lo encuentre en los de una desconocida o si tienes suerte de familia/amigos.
Porque con 16 semanas empieza a descubrir mundo. El recién llegado es una criatura que está empezando a percibir el mundo desde hace muy poco, casi acaba de empezar a ver e interaccionar con él y te necesita para que le guíes, despojarle de lo único que conoce es frustrante para todos, además de triste.
Porque con 16 semanas únicamente hay lactancia. Es una vergüenza que la lactancia sea exclusiva hasta los 6 meses y no se pueda estar para ofrecerla. Si, como en mi caso, se trata de lactancia materna, justo cuando ya consigues establecerla sin problemas de gases, grietas ni historias y comienzas a disfrutarla...te tienes que ir. Empieza un nuevo suplicio, el del sacaleches, aparato infernal que tienes que cargar al trabajo y por el cual no te miran muy bien porque "descansas" para poder ofrecer alimento a tu hijo, descanso que se da en un baño porque no hay nada más.
Porque con 16 semanas una madre no está al 100%. Se está empezando a salir de las consecuencias de un embarazo, el cuerpo no está ni física ni psicológicamente preparado, hay agotamiento en todos los sentidos y te toca sacar fuerzas de donde no las hay para poder poner un sueldo en tu casa.

Podría seguir dando razones de por qué 16 semanas me parecen ridículas, no descubro nada en esto de la conciliación. La vuelta al trabajo no es idílica, si decides cogerte una reducción de jornada asumirás miradas de compañeros que te miran como la que se escaquea, si tienes suerte, te relegarán a una esquina castigada como en el colegio o te pedirán que hagas esfuerzos fuera de horarios porque "las madres hacéis de todo por estar con vuestros hijos". Este es el país de calentar la silla y aparentar.

No me sigo extendiendo más porque quiero empezar el post que realmente quería, el de la carta al bebé que se queda en casa porque, en realidad, ÉL ES LO IMPORTANTE.

Mi querido niño,

hace cosa de dos años le escribí una carta a tu hermana y me parece increíble que ya esté otra vez en esta tesitura y que haya pasado todo tan rápido.

Sigo siendo como entonces, una moñas que se ríe de todo y podría parecer que al ser tú el segundo este momento iría mejor, pero no. Siento decirte que tu madre no aprendió nada de aquella primera vez y estoy tan triste o más que entonces. Triste porque eres muy pequeño, triste porque necesitas a tu madre más que a nada, triste porque no me verás en unas horas, triste porque no habrá consuelo en mis brazos, triste por muchas cosas pero sobre todo triste porque no estaré a tu lado.

A cualquier madre que le preguntes te dirá que este tiempo es demasiado corto, lo es, y mucho, aún así tengo que darte las gracias porque he descubierto muchas cosas en tan poco tiempo. Que puedo duplicar mi amor para vosotros dos, algo que pensaba que sería difícil aún cuando estabas en la barrigota. Que me encantan los bebés, el tenerte encima dormido como ahora mismo, tu olor, tus caricias, tus sonrisas, congelaría este momento. Que eres tan distinto a tu hermana y a la vez tan parecido en muchas cosas. Que me derrito viendo cómo ella te mira y te dedica su tiempo, está deseando jugar contigo y tú te abalanzas cada vez que la ves con una gran sonrisa, hay sintonía entre vosotros. Que a tu padre se le ilumina la cara cada vez que te ve y le dedicas una carcajada. Que después de unos días de adaptación ya somos un equipo, un gran equipo que no concibe una vida mejor.

Como todo en esta vida, hasta aquí hemos llegado, se acaba un tiempo entre nosotros, tú y yo a solas. Un tiempo donde habíamos creado nuestra rutina y nos empezaba a funcionar muy bien- Donde amanecíamos juntos y acompañábamos a tu hermana a la guardería para después pasar nuestra mañana. Ahora empieza una época preciosa porque ya eres un bebé que percibe mundo con cada parpadeo y, aunque no esté las 24h del día contigo, por supuesto intentaré que cada uno de esos parpadeos tengan momentos bonitos, muy bonitos.

Quiero pensar que todo irá como la primera vez, es lo bueno o malo de tener una referencia, que me acostumbraré a la nueva rutina de madre más ojerosa y no me costará tanto dejarte para ir a trabajar. Eso es lo que quiero pensar pero luego te miro y sé que me echarás de menos, mucho, porque aunque todos los niños necesitan a sus madres, tú eres de los que se pasaría pegado a mi las 24h. Es una sensación rara porque me gusta sentirme tan querida pero a la vez siento pavor por dejarte solo porque sé que lo pasarás mal. Porque querido mío, está mal que yo lo diga pero se te ilumina la cara cuando me miras y a mi cuando te miro, esos niños de mamá, tú eres uno de ellos. Tanto que rara vez te duermes sin tenerme a la vista, cosa que me preocupa. Espero que te hagas a estar con la abuela, ella pondrá de su parte, hasta ha aprendido a ponerse la mochila para portearte por casa y dormir.

Para terminar, sólo puedo repetir lo que le dije a tu hermana en su día, te voy a echar de menos, muchísimo pero espero poder llegar a casa lo más rápido posible para achucharte como me gustaría hacer durante todo el día.

Te quiere, tu madre.


Mr. P says: De la baja del padre mejor ni hablamos. Se ve que solo valemos para hacer los papeles del recien nacido.

martes, 3 de febrero de 2015

Peli de Oscar

El sábado fue el primer día que el pequeño Pixel se quedaba un rato lejos de su madre al cuidado de un servidor. Aún recuerdo cuando escribí sobre aquella primera noche con Chewy, menudo combate, pero esta vez eran dos y como no me vi ni física ni psicológicamente preparado, porque claramente me ganaban en número, pedimos ayuda a la tía Shery, muy predispuesta siempre. Con este panorama me imaginaba una noche en mi cabeza, pero el destino es caprichoso y mi hijo más, y en realidad me esperaba una buena...

EN MI CABEZA...

Tenía todo lo necesario para plantear un día de diversión, dentro de lo que se puede hacer con un bebé de 5 meses y medio. La primera parte de la noche nos centraríamos en cenas, todo organizado, primero para cenar una pizza casera, cena que no defrauda nunca, para los dentados y después le daríamos la leche que nos había dejado la madre al desdentado, siempre que lo necesitara, todo en su preciso momento.

Tras la cena, la tía Shery se dispondría a entretener a Chewy mientras yo dormía al pequeño en su mochila, unos cuantos paseos y KO, pan comido. Después un poco de peli para la mayor y a dormir también. Con esto ya podríamos ver una buena peli, una de las nominadas a los Oscars, la tía, yo y una buena palangana de palomitas, Mrs. nos había dado permiso para ello ya que ella no aguanta ni media serie la pobre. Esa sería la escena que encontraría la santa madre a su vuelta, yo orgulloso por haberlo conseguido para que vea que puede descansar de vez en cuando.

EN REALIDAD...

La primera hora de ausencia materna todo fueron risas y juegos, llegamos a la cena con la pizza casera al aire de pavo y todo marchaba sobre ruedas. 

Tras la cena, Pixel se empezó a impacientar y aunque la madre me dijo que esperara porque había comido, yo veía que mi pobre guacho tenía hambruna, así que le preparé una degustación de leche de teta con reducción de cereal para que le llenara el buche más. Razón no me faltó porque se relamía con cada cucharada y disfrutaba con el manjar que le había preparado, hasta que tropezamos con un pequeño problema. Los 100 mililitros y las seis cucharadas de cereal parecía que no le fueron suficientes, él miraba ese cuenco vacío con gana, y allí, amigos, no había nada.

El pobre Oscar sufrirá con esa mochila seguro
Corrimos un tupido velo y nos dispusimos a seguir nuestra noche, previo paso informativo a la madre vía wasap con imagen incluida para que cenara tranquila. Al cabo de una hora empezaron las quejas del pequeño y con ellas, el fin de nuestra noche. En la primera parte intenté calmarle, me puse la mochila, paseo, meneo, giro y vuelta a empezar… así a lo Homer Simpson "arranca, freno, claxón…arranca, freno, claxón" pero no caía el jodío y encima lloraba. Ante la desesperación pedí cambio y entró mi sustituto al campo de juego. Tía Shery hizo lo propio pero el condenao seguía dando el do de pecho, serenata que fue acompañada con sumo gusto por su hermana porque no podía seguir jugando.

Tras una hora aproximadamente de ópera cantada y un mensajito de mi señora, decidí que había que informar para que viniera, pero claro, le quedaba media hora de camino y no podía tener al pobre niño cantando hasta entonces. Ni corto ni perezoso, cogí un plátano y se lo acerqué a la boca, algo había que probar. Al pobre se le iluminó la cara, cogía la fruta con ahínco y le daba unos bocaos de aúpa, estaba canino, no andaba yo muy descaminado. Se calzó medio plátano con esas encías de abuelete, el primero que probaba, y después de eso, se durmió. Eran las 23:45 más o menos y a mi me parecían las 4 de la mañana.

Sobra decir que allí no dormía nadie y por supuesto no pudimos acostar a la mayor que miraba con asombro cómo dos adultos no bastaban para reducir a un pequeño bebé goblin.

Mrs. P says: Virgen santa cuando entré en casa no me creía lo que estaba viendo. El padre tirado en el sofá que parecía que le habían pegado una paliza, tía Shery con un niño descoyuntao en el balancín de casa que llevaba además unas morreras con cosas pegajosas alrededor, la padawan corriendo por el pasillo y diciendo que habían venido los Goblins y la casa...en fin, en casa parecía que había venido alguien más que los puñeteros Goblins, allí había habido una fiesta con David Bowie cantando como poco. Todo eso en tres horas y media.

Ahora todos somos Goblins en casa para Chewy